Ca Duart: Una experiencia agridulce

En esta ocasión, aprovechando la 13ª edición de Valencia Cuina Oberta, el pasado domingo fuimos a visitar Ca Duart. Este fue el lugar elegido de entre los más de 45 restaurantes que se ofrecían en la provincia de Valencia.
El restaurante Ca Duart está regentado por Carlos Duart y Dana Tanasoiu, ubicado en la calle Císcar, 22, en el barrio del Ensanche. Un lugar acogedor y con una cocina muy cuidada.

La comida empezó con cierto retraso debido al tiempo que tardaron en servirnos cuatro cañas para los comensales que asistimos en esta ocasión.
Tras esto, degustamos los aperitivos; unas aceitunas Arbequina y unos chips de boniato.

    A continuación, comenzamos con los entrantes. En primer lugar nos trajeron un Ceviche de corvina con melocotón y granada, en el que la cantidad de cilantro que llevaba hacía imposible encontrar el sabor de los demás ingredientes así como poder acabarse el plato.

En segundo lugar, sacaron unos Calçots a la brasa con salsa Romescu. A destacar el punto correcto de los Calçots que se desacían en la boca y el sabor de la salsa con el justo toque picante.

El cierre a esta fase lo puso un huevo trufado con espuma de patata y setas de cardo. Sin duda la estrella de los entrantes. El huevo escalfado en su punto y el resto de ingredientes creaban una correcta armonía.

    

PLATOS PRINCIPALES

En cuanto al plato principal, había cuatro opciones a elegir que al final se quedaron en tres:
El «rossejat de fideo fino con pescado de roca y ajo tierno» no estaba disponible ya que según nos indico el camarero, “el fumé se echó a perder”.

  Nuestra elección, tras el descarte, fue un jarrete de ternera lacado al vino tinto con puré de calabaza y cebolletas glaseadas, y un arroz de pato mudo con boletus y caracoles.

El jarrete estaba muy tierno y el pure inundaba el paladar de sabor a calabaza. Una gran combinación de sabores.
En cuanto al arroz, nos decantamos porque fuera meloso. Estaba en su punto, muy sabroso y el pato muy tierno.
El otro plato disponible era una merluza con salsa de hervido valenciano y piparras, pero no nos decidimos por él.

POSTRES (Con decepción)

El postre estaba dividido en dos partes:

Un pre-postre que consistía en gajos de mandarina con gelatina de moscatel. La gelatina tenia un sabor muy intenso que combinaba perfectamente con la fruta.

Y el postre, donde elegimos los que nos proponían en el menú:
– Flao Ibicenc
– Tartaleta de chocolate foundant

Un flao ibicenc, consistente y jugoso con su justo toque de hierbabuena.

  En este punto, llegó la nota “agria” de la comida. Como segunda opción para el postre, elegimos una tartaleta de chocolate foundant, que nada mas probar el primer bocado pudimos sentir que algo no estaba bien. El sabor del chocolate era demasiado fuerte, llegando a ser agrio.
Después de probarlo los cuatro miembros de la mesa, decidimos preguntar al camarero. Tras probarlo él personalmente, se dió cuenta de que efectivamente algo fallaba. Nos indicaron que esa segunda remesa había estado fuera de la nevera varias horas, por lo que la leche del chocolate había fermentado.

Por ello y como compensación, el camarero nos ofreció una copa que nunca llegó ya que agotó nuestro tiempo y nuestra paciencia por lo que decidimos levantarnos e irnos para no volver.

EL SERVICIO

El servicio fue bastante pésimo ya que a lo largo de la comida, nos atendieron varios camareros que no sabían si íbamos por los entrantes o por los postres. El pre-postre nos lo llegó a servir el propio cocinero y dueño del local (Carlos Duart) ya que se percató de la carencia de atención que teníamos.

Desgraciadamente, nos fuimos con una sensación agridulce tras el postre en malas condiciones y la atención prestada. Esperábamos más, ya que teníamos mucha ilusión en nuestro restaurante elegido para esta 13ª edición de «Cuina Oberta».